Yo de nuevo


Hola de nuevo!!! Aquí estoy, empezando un nuevo blog, en una nueva etapa.


Hay algunos que ya me conocen por el anterior blog, para los que no, pues les voy a contar un poco sobre mí. Soy una chava soltera, profesionista, 30 años, oriunda de una bella ciudad llamada Monterrey, Nuevo León. Hasta hace poco obsesionada por encontrar novio. En esa frenética búsqueda cometí bastantes errores y tropiezos, aunque ninguno por el cual me tenga que lamentar. Eso sí, derramé muchas lágrimas, me rompieron el corazón muchas veces, me deprimí... hasta que ya por fin toqué fondo y dije: Basta.


Siempre había tenido (y creo que todavía tengo) miedo a la soledad. Me aterraba la posibilidad de no encontrar pareja y quedarme sola. Sin embargo, en este momento, en que decidí cambiar mi mentalidad, me siento como si me hubieran bajado de un coche en la carretera, me hubieran abandonado en medio de la nada y yo me viera obligada a caminar. Ok, me quito los tacones, y empiezo a andar por este camino que aún no sé a donde me va a llevar. Decidí ya no cargar con más equipaje, es decir, olvidarme de todas las frustraciones que iba arrastrando. Por eso titulé el blog así: "Sin equipaje" y el objetivo es irles narrando todos mis descubrimientos, sobre mí misma y sobre la vida.


Para iniciar, les paso un cuentecito que me mandó una lectora a mi blog anterior. Creo que ejemplifica claramente como era mi vida y como me propuse que será de ahora en adelante.


Saludos!!!



Princesa era muy bonita y simpática, pero como había leído demasiados cuentos, vivía eternamente en la espera de su príncipe azul. Princesa tenía una amiga –coqueta, adicta a los zapatos y medio descarada– quien le decía insistentemente que debía dejar su encierro para salir a divertirse y que no dejara pasar de largo las oportunidades de la vida. Pero ella insistía en que no, en que un día llegaría el hombre de sus sueños.
La amiga (necia como ninguna), convocó a varios hombres del reino, se vistió de color violeta y se llevó a Princesa de fiesta para presentárselos, convencida de que su comadre debía divertirse y explotar sus cualidades.
El primero que conoció no le gustó porque le pareció muy alto. El segundo era muy chaparro; uno más le recordaba a un actor de cine que le caía gordo, otro no le gustaba cómo se vestía, el siguiente era demasiado rubio y el último le daba horror porque tenía los dedos de la mano huesudos. En fin… que desfilaron ante sus ojos un montón de chicos interesantes y ella, tímida en su rincón, fue bateándolos uno a uno.
La amiga del vestido violeta estaba que se daba de topes, y Princesa, siempre recatada le decía que no se preocupara, que ella a su manera era feliz, sólo que su personalidad era más reservada y no se le daba eso de andar rebotando de lecho en lecho con tanto galán. “Yo no pretendo que hagas eso”, le replicó la amiga, “lo que quiero es que conozcas, te diviertas, te sacudas la timidez. Nadie dijo que tienes que desenvainar la espada de cada caballero que veas. Pero sí es bueno que salgas, hagas nuevos amigos, conozcas gente nueva, porque aquí encerrada, jamás vas a ver a tu príncipe azul”.
Princesa insistía en esperar el momento en que viera un hombre y le sacudiera todos los sentidos, que le diera un latigazo en el corazón. La amiga vestida de violeta insistía en que no es bueno esperar al príncipe sentada y arrinconada, “no es que sea malo tener la ilusión de que llegue, pero no tienes por qué esperarlo aquí encerrada. Mira, tú eres una Princesa muy inteligente, y obvio, tu ideal de hombre es también listo y con personalidad arrebatadora. Piensa entonces, que a los príncipes de ahora les interesa tener con quien charlar, mujeres de mundo, que tengan vivencias, conversación, y experiencias. Un hombre listo no quiere una Princesa de cartón. Entonces, mientras llega, diviértete y acumula experiencias, si quieres, por el simple hecho de tener qué contarle a tu príncipe cuando llegue”.
Princesa era terca, pero la amiga más. Así que un día la convenció de salir, quitarse la timidez y divertirse de lo lindo. No acabó en el lecho de su galán, pero se la pasó bomba. Y a la mañana siguiente, cuando se vio en el espejo, éste sólo le mostró la realidad: un rostro hermoso y lleno de vida, con mucho futuro por delante. Desde entonces, Princesa sale con uno y otro, y no pierde la esperanza de encontrar al hombre de sus sueños, pero en el inter, ¡ya tiene harta cosa que contarle!

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